El Día Internacional de los Bosques nos invita a reflexionar sobre el estado crítico que ellos presentan en nuestro país. En el contexto global, el elemento común en todas las estrategias contra el cambio climático de la comunidad internacional es aumentar la superficie de bosques de manera sostenida, mientras nuestro país vive una realidad preocupante, al perder al año 35 mil hectáreas de cobertura boscosa.
Chile alberga 114 mil propietarios de bosques, divididos entre 24.000 dueños de plantaciones y 90.000 de bosque nativo. El valor socioeconómico derivado de las plantaciones es innegable y su potencial de desarrollo para las regiones del sur de Chile enorme.
A todo lo anterior se suma su aporte al medioambiente, protegiendo y recuperando el suelo erosionado, atendiendo la demanda de madera para calefacción, construcción, celulosa y energía, reduciendo la presión de cosecha sobre los bosques nativos y, como cualquier bosque, extrayendo el CO2 de la atmósfera.
A pesar de esta evidencia nuestro país está dando la espalda a este recurso. La dramática disminución de la superficie de plantaciones forestales en la última década señala un fracaso en la agenda climática del país y esto no es solo el incumplimiento de un compromiso político, se traducirá en pobreza y abandono de comunas rurales, donde al centro de la actividad económica está el sector forestal, menos agua en territorios que ya son afectados por la sequía, pérdida de biodiversidad, en lugares en que las plantaciones tienen un rol como corredores biológicos, por mencionar algunos impactos.
Hoy, creemos que el desafío forestal debe ser asumido como una tarea de Estado. Chile necesita una estrategia sostenible, no sólo para su presente sino también para las generaciones futuras. La voz de nuestro país debería resonar en la agenda de bosques y madera, con un llamado a la acción, un compromiso firme con la preservación de sus recursos naturales y el bienestar de su gente.
