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De la crisis a la oportunidad: un modelo de recuperación forestal para Chile

Por: Alejandro Casagrande, presidente Corma Biobío Ñuble y Michel Esquerré, presidente de Pymemad, ambos miembro de la red Futuro Madera
  • 16 diciembre, 2025

El reciente acuerdo del Gobierno Regional del Biobío es una buena noticia que vale la pena compartir. Y vale aún más porque demuestra algo simple pero poderoso: las buenas noticias se comparten, y las buenas ideas, ojalá, se copian. El GORE Biobío aprobó una inversión de $12.800 millones para recuperar predios afectados por incendios y fortalecer la prevención en una región que ha cargado por años con los impactos más severos de esta crisis.  

Se trata de proyectos formulados y ejecutados por CONAF, en colaboración con Corma, que nacen desde el trabajo en terreno y el vínculo directo con las comunidades y los pequeños y medianos propietarios. Es una señal concreta de que, cuando hay voluntad política y mirada estratégica, se puede avanzar donde antes solo había inacción.

El programa de recuperación productiva permitirá restaurar bosque nativo y no nativo, ofreciendo una respuesta largamente postergada para pequeños y medianos propietarios que han perdido sus bosques y su sustento. Recuperar esas áreas no es solo un acto de justicia ambiental; es también la oportunidad de reactivar a las PYMEs, frenar el retroceso productivo y revertir el daño social, ambiental y económico que deja un bosque quemado cuando queda abandonado. A esto se suma el programa de prevención y mitigación, que reconoce algo fundamental: los incendios en Chile no son únicamente un fenómeno climático, sino también criminal. Prevenir hoy es proteger vidas, comunidades y empleos mañana.

Estos proyectos son importantes no solo por lo que financian, sino por lo que representan. El Biobío es el corazón productivo del sector forestal, generando cerca de 90 mil empleos y explicando alrededor del 80% de las exportaciones regionales. Sin embargo, lleva una década enfrentando una crisis profunda: la superficie plantada en Chile ha caído un 14%; la industria de la madera ha retrocedido un 33%; se han destruido cerca de 48.000 empleos y cerca de 200 PYMEs madereras han debido cerrar en los últimos cinco años. En el Biobío más de 43.000 hectáreas de pequeños y medianos propietarios se han quemado sin recuperación desde 2017. Esta realidad exige acciones decididas, no diagnósticos repetidos.

Por eso este paso del CORE es tan relevante. Porque no solo atiende el daño del pasado, sino que proyecta soluciones hacia el futuro. Si Chile lograra recuperar un millón de hectáreas hoy erosionadas o abandonadas, los beneficios serían enormes. Se crearían alrededor de 130 mil empleos, incluyendo todas las industrias y trabajos directos e indirectos generados con los bosques en producción, además de un aporte significativo a la carbono-neutralidad. Y solo en el Biobío existen cerca de 100 mil hectáreas con potencial de recuperación inmediata.

Lo que hizo la región del Biobío debería ser una señal para el país completo. Es urgente contar con una buena Ley de Fomento que permita volver a plantar, recuperar los bosques quemados y apoyar efectivamente a los pequeños propietarios. Igualmente urgente es una Ley de Incendios moderna, que enfrente la intencionalidad con mejores capacidades de investigación, medidas de prevención y sanciones reales.

El CORE del Biobío ya mostró que es posible actuar con visión y decisión. Ahora corresponde al Ejecutivo y al Congreso recoger esta buena idea, replicarla y transformarla en una política de Estado. Porque cuando una región avanza, el país tiene la oportunidad, y la responsabilidad, de avanzar con ella. Y porque las buenas noticias se comparten… y las buenas ideas, ojalá, se copian.

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